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sábado, 17 de febrero de 2024

LAS AMENAZAS NATURALES EN EL EJE CAFETERO

 

LAS AMENAZAS NATURALES EN EL EJE CAFETERO


Por Gonzalo Duque Escobar*

La zona tropical andina en los Andes más septentrionales de América, y en particular el Eje Cafetero como una región de Colombia que se caracteriza desde el punto de vista geológico no solo por la presencia del segmento volcánico o complejo Ruiz-Tolima, sino también la inestabilidad de los suelos por la doble condición del ambiente de gran actividad tectónica asociado a fuentes sísmicas a lo que se suma la creciente amenaza del cambio climático, como segundo factor de primer orden determinante de planificación que condiciona el modelo de ocupación del territorio en el marco de un desarrollo territorial con enfoque biocéntrico que no presione la estructura ecológica del territorio, toda vez que están en riego, además de la seguridad del hábitat, el agua y los ecosistemas.

En cuanto a los sismos, porque el Eje Cafetero al estar ubicado en el centro occidente de Colombia sobre una provincia sismotectónica cuenta con varias fuentes sísmica de importancia: una, la zona de subducción de la Placa de Nasca de donde provienen los terremotos de 1938, 1961-62, 1979 (2) y 1995 (2), y que es generadora de  eventos profundos, fuertes y dobles con magnitud cercana a 7 grados, los  que se originan cada dos o tres décadas; pero también, además de lo que ocurre en el Magdalena Centro (1805) y Huila (1967), las fallas del sistema Cauca-Romeral que delimitan la Fosa Tectónica del Valle del Cauca son otra fuente sísmica que merece mayor consideración, dadas las devastadoras consecuencias de sismos superficiales asociados a fallas activasde magnitud 6 pero de mayor intensidad, como los de Popayán 1983 y Quindío 1999 relacionados con Romeral, aunque se dan otros eventos telúricos menos notables por ser un poco más profundos y de magnitud 5 asociados a la Falla Cauca, como los de Ansermanuevo ocurridos en 2024. 

Y respecto al Cambio Climático, un fenómeno que a diferencia del calentamiento global asociado a causas naturales cíclicas como las variaciones de la actividad solar – fenómeno que explica la pequeña glaciación de 300 años ocurrida entre 1550 y 1850-, lo que se observa a nivel global es un aumento de la temperatura del planeta que tiene una componente antropogénica notable asociada a las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero, y cuyas implicaciones a nivel regional y local de conformidad con los escenarios modelados para Colombia a lo largo del siglo XXI entregados por el Instituto de Estudios Medio Ambientales IDEAM para Colombia en 2015, se presentan aquí para discutir lo que se esperaría en el Eje Cafetero y en Manizales, permitiendo así aludir a los correspondientes retos y acciones que se derivan de ello para mitigar sus graves consecuencias sobre los ecosistemas dada la vulnerabilidad del territorio asociada a sus altos niveles de deforestación, y a la fragmentación de los frágiles ecosistemas como consecuencia del modelo conflictivo de ocupación del territorio.

PARTE I: LOS TERREMOTOS

Imagen 01- Borde destructivo de las placas tectónicas frente al Pacífico de Colombia, plano de Benioff, y Fallas geológicas en los Andes más septentrionales de América, como fuentes sísmicas. Elaboración propia.

En Colombia los sismos son frecuentes en la región del Pacífico y Andina, eventuales en la del Caribe y escasos en la Orinoquía y la Amazonía. Casi toda la población del país habita zonas de alto y moderado riesgo sísmico. Y los sismos intraplaca o generados en la confrontación de dos placas tectónicas- Nazca y Sudamericana- y no por fallas activas, que son someros e intensos en la región del Pacífico, pese a su magnitud, son de menor intensidad, aunque se sienten en toda la Región Andina.

Hay singularidades en Riosucio (Chocó) y en la región de Bucaramanga, como también fallas de gran actividad en la joven cordillera Oriental y en otras regiones del país, según lo visto atrás. La falla Atrato afecta a los departamentos del Valle del Cauca, Chocó y Antioquia. La falla de Romeral atraviesa los departamentos de Nariño, Cauca, Tolima, Quindío, Risaralda, Caldas, Antioquia, Córdoba, Sucre, Bolívar y Magdalena.

Ima 02- Zonas de Huracanes y Regiones Símicas del Planeta. Mapa de Múnich RE. 

El Contexto

La falla del Cauca recorre los departamentos de Nariño y Cauca. La falla de Palestina cruza los departamentos de Tolima, Caldas, Antioquia y Bolívar. La falla de Santa Marta-Bucaramanga afecta a los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Santanderes, Cesar y Magdalena. La falla Guaicaramo cruza los departamentos del Meta, Cundinamarca, Boyacá y Arauca. También se han registrado sismos en Puerto Carreño, Putumayo y San Andrés.

El Eje Cafetero está localizado en una de las zonas de alto riesgo sísmico de Colombia. Los sismos de 1938, 1961-62, 1979 y 1985 ponen en evidencia una fuente sísmica de importancia, generadora de eventos de magnitud cercana a 7 grados e intensidades de VII, la que por la profundidad (70 a 100 km.) y posición de los focos (basamento de la Cordillera Occidental) se ha relacionado con la zona de subducción de la Placa de Nazca (Pacífico). Las aceleraciones registradas en superficie por estos eventos profundos han alcanzado valores del 11% de la gravedad.

Ima 03- Amenaza Sísmica en Colombia – Izq. Provincias sismotectónicas y fuentes sísmicas de Colombia. Der. M mapas de Aceleración Pico y Velocidad Pico, efectivas. AIS

La Ecorregión:

Pero las fallas del sistema Cauca-Romeral y las que delimitan la fosa tectónica del Magdalena, son dos fuentes sísmicas someras que merecen consideración en esta poblada región. Los terremotos superficiales de Popayán 1983 y Quindío 1999, con magnitud Richter 6 e intensidad Mercalli VIII, anuncian una segunda fuente sísmica de implicaciones diferentes; con ellos, las aceleraciones en los depósitos mal consolidados han alcanzado aceleraciones hasta 5 veces superiores a las registradas en los sismos profundos, aunque en intervalos de tiempo muy pequeños.

Esta temática ha sido uno de los principales objetivos de técnicos y científicos que laboran en el Programa de la Red Sísmica del Eje Cafetero y el Tolima, para llegar a lo que se conoce como respuesta sísmica. Es importante señalar que las tres ciudades capitales de la conurbación, afectadas por la Falla Romeral, están sobre potentes abanicos asociados a depósitos fluviotorrenciales de origen volcánico, asociados a los ríos Chinchiná, Otún y Quindío. El de Manizales anuncia levantamiento desde el terciario tardío hasta el holoceno. Allí, la formación Manizales con sus depósitos fluviotorrenciales a la altura de Chipre y Villa Kempis, anuncia un levantamiento tectónico respecto a Villamaría y Morrogacho.

Ima 04- Amenaza Sísmica en Colombia y Espectros de Aceleración en superficie, y de Amenaza Uniforme para Romeral y Zona de Subducción (CIMOC 2002)-

El mapa que propone reconsiderar la distribución de las zonas de amenaza sísmica de Colombia, en el centro sugiere como evento sísmico de diseño para Manizales un evento con período de retorno Tr =475 años (azul), y a la derecha la imagen entrega el espectro de amenaza donde se permite inferir que la fuente sísmica del Sismo del Quindío de 1999 no fue Subducción sino Romeral, y que el período de retorno de dicho evento fue Tr = 750 años aprox.

En la zona Andina de Colombia, las características sismotectónicas de la región apenas empiezan a conocerse, y el catálogo de información sísmica se remonta apenas a algunas décadas, manteniendo lagunas, imprecisiones e inconsistencias. No se sabe aún cómo se atenúa la intensidad en función de la magnitud y distancia focal del sismo y a lo sumo podríamos suponer que la actividad sísmica del futuro tendrá alguna semejanza con la del pasado. Aún deberá caracterizarse mejor las fuentes sismotectónicas superficiales identificadas y conocer otras que puedan provocar sismos destructores, aunque locales.

Como no es posible aún predecir los fenómenos sísmicos de un modo determinista, se ha recurrido a modelos probabilísticos para elaborar pronósticos cuya eficacia depende de la validez, cantidad, calidad y extensión de los datos que alimentan el modelo. Pero dada la limitación en nuestras bases de datos, se ha buscado representar la historia sísmica con la recurrencia de las magnitudes generadas por las diferentes sismofuentes, asumiendo su localización y unas determinadas leyes de atenuación de intensidad, donde las variables se modelan con características aleatorias dada la incertidumbre de los registros y del fenómeno en sí (modelo estadístico bayesiano).

Nota: si al examinar la imagen del Espectro de Amenaza Uniforme, para Romeral y Subducción. Al superponer el sismo del Quindío 1999, se infieren dos cosas: a) que la fuente sísmica fue Romeral, y b) que el período de retorno de este evento es de unos 750 años, entonces queda claro que la falla de Romeral que ya generó sismos en vecindades de Popayán y en el Quindío, no ha liberado la energía en sectores vecinos a Palmira y a Manizales, razón por la cual los caldenses debemos emprenderse un programa de reforzamiento estructural del bahareque como arquitectura vernácula en el marco del Título E de la norma NSR-10 y que incluya la prevención de incendios como segunda catástrofe telúrica que sucede a las sacudidas del suelo.

La interacción suelo-estructura (SSI) es un factor clave en la evaluación del riesgo sísmico ya que considera el impacto sobre las estructuras por el movimiento del suelo generado en un terremoto, y evalúa con precisión el peligro sísmico para adaptar el diseño minimizando los daños causados. Se parte del presupuesto de que la intensidad es la variable más determinante en los daños sísmicos, y que la calibración de los resultados finales y consistencia entre tasas de excedencia de magnitudes e historia sísmica regional se obtiene con el catálogo sísmico del lugar.

Ciertamente la incertidumbre e imprecisión, inherentes a un tratamiento estadístico, no resultan aceptables al evaluar el impacto sobre el total de pérdidas probables que pueden tener las obras de infraestructura comunitaria, razón por la cual cada caso (cada línea vital o cada centro de servicio) debe ser tratado particularmente. La vulnerabilidad física de una estructura se describe en términos de la aceleración basal, del período fundamental de vibración de la estructura y de la función de daños correspondiente.

Anotaciones al Riesgo Sísmico.

 

 Ima 05- Riesgo sísmico en Colombia, y Sismo de Tumaco, fuente USGS, Fenómeno de amplificación Sísmica en suelos blandos (Beatriz Benjumea). e impactos por Tsunami de 1979 en Tumaco- Nariño. Corporación OSSO.

Ima 06- Geología del área del Volcán Nevado del Ruiz. Por Mejía, Zuluaga, Velandia y López (2012). Modificado de González 2001.

En el Riesgo se conjugan dos factores: la Amenaza y la Vulnerabilidad. Aunque sabemos que en el tiempo, a escala humana la Amenaza sísmica permanece como invariante, la Vulnerabilidad cambia y con ella el Riesgo sísmico; éste, que crece cuando los escenarios vulnerables lo hacen, también se puede reducir si se implementan gestiones integrales para acometer su mitigación, sobre todo por la mejora estructural de la estructura y de sus defensas, y en particular con diseños que consideren la amplificación sísmica, donde intervienen factores como tipo de suelo, topografía y características de la estructura.

Ahora, si en la región y el país se han dado avances significativos en lo técnico y en lo administrativo, como la institucionalidad alcanzada con el desarrollo de un Sistema Nacional, la incorporación del Riesgo en la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial de 2011 y la expedición de normas sismo resistentes con el NSR-10, que ya permiten incorporar el bahareque y las estructuras de madera, aún falta mucho por hacer en la dimensión socioambiental. Veamos estas tres anotaciones sobre la materia, para el Eje Cafetero:

En cuanto a la Amenaza, el Eje Cafetero se ubica al norte de una provincia sismo tectónicamente homogénea, ubicada entre la fosa del Pacífico Colombiano y la Cordillera Central de los Andes más septentrionales de América, un territorio sísmicamente activo que parte del Macizo Colombiano y llega hasta las Montañas de Antioquia, donde transcurren de Sur a norte los Sistemas de Fallas de Romeral y del Cauca-Patía.

La Falla Cauca y sector central de la Falla de Romeral, desde Cartago a Puerto Valdivia, delimitan una graben comprimido o depresión estructural, entre las dos cordilleras; allí, al observar las trazas de la Falla de Romeral con una distribución alineada de cuerpos ígneos afines a la corteza oceánica en su contorno, se prevé que dicha ruptura profundice la corteza.

Según la investigación del potencial geotérmico del Ruiz hecha por la Central Hidroeléctrica de Caldas (CHEC, 1979-1985), y la Geología de Manizales y sus alrededores estudiada por José Luis Naranjo y Carlos Borrero de la Universidad de Caldas, un esquema de los rasgos estructurales de la región señala las fallas o lineamientos inferidos, cuya verificación en varios casos se ha venido haciendo por investigadores del Observatorio Vulcanológico y Sismológico del Ingeominas, establecido en Manizales desde 1985.

Ima 07- Variación espacial de las formaciones superficiales y espesor de suelos en Manizales, y espectros de diseño en función de los suelos de la ciudad, según sean ellos suelo blando (verde), semiblando (amarillo) o duro (café). CIMOC (2002).

Y respecto a la Vulnerabilidad, como desafíos de importancia se puede añadir que, aunque conocemos las fuentes sísmicas, para abordar la gestión integral del riesgo a nivel del Eje Cafetero, además del estudio y valoración espacio temporal de la amenaza, está de por medio el conocimiento y desarrollo de instrumentos para la gestión participativa del hábitat y manejo de la dimensión socioambiental, para no dejar el asunto sólo en la dimensión técnica de carácter reduccionista.

En lo urbano, ésta compleja dimensión pasa por la presión de las frágiles laderas del escarpado territorio, en especial en los ambientes periurbanos de Manizales, y por el control urbano sobre todo en las zonas deprimidas de los centros urbanos de las áreas metropolitanas en rápida expansión, caso Pereira-Dosquebradas, donde las múltiples actividades comerciales mixtas e informalidad, sumada a la alteración estructural de los viejos inmuebles de mampostería no reforzada y de bahareque para su adecuación y expansión, recurriendo a prácticas inadecuadas, hacen del escenario un cúmulo de potenciales escombros, ya por la amenaza de las sacudidas en suelos con amplificación sísmica, ya por la de la propagación de los incendios.

En los medios rurales, donde la deforestación y potrerización relacionadas con usos conflictivos del suelo, afectan severamente el territorio exponiéndolo a la creciente amenaza del cambio climático, y con él a las comunidades asentadas en condición vulnerable, además de las vías de comunicación, líneas vitales e infraestructura de conectividad, como elementos expuestos a la ocurrencia de flujos torrenciales causados por deslizamientos en caso de sismo.

Ima 08- Microzonificación Sísmica de Armenia (1999), Pereira (2000). Y Bogotá (2018) Fuente: IDEGER. Bogotá.

Y finalmente, sobre los actores en la escena: Además de los aportes fundamentales del Geofísico Jesús Emilio Ramírez S.J., con investigaciones como el Proyecto Nariño (1973) y la Historia de los terremotos en Colombia (1969), de la permanente labor por décadas de monitoreo a cargo del OVS de Manizales, y de los estudios a nivel regional de Hans Meyer y su equipo de trabajo desde el Observatorio Sismológico del Sur Occidente Colombiano OSSO, en el Eje Cafetero también merecen mención los siguientes trabajos, entre otros:

– Desde la U.N. en Manizales los del Idea liderados por el Profesor Omar Darío Cardona, donde además de actividades fundamentales como la Microzonificación Sísmica de Manizales (SIMOC 2002), se avanza con el concurso de los profesores de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura en la instrumentación y el estudio detallado de la amenaza para Manizales; y desde la Sede Bogotá el valioso aporte de Carlos A. Vargas con la propuesta de Caldas Tear (2011), donde se modifican el modelo geotectónico y la amenaza sísmica en el centro del país. – También en Pereira, los trabajos de Anna Campos y sus compañeros y colaboradores haciendo lo propio en el 2000, para obtener un mapa preliminar de riesgos del área urbana y otras investigaciones para valorar los efectos de sitio en el A.M. de Pereira; y finalmente en Armenia, la labor continuada y reconocida de los Profesores de la Universidad del Quindío: Hugo Monsalve quien maneja el Observatorio Sismológico del Eje Cafetero, y Armando Espinosa quien ha estudiado en detalle la historia sísmica regional.

COMPLEMENTO Parte I: Las laderas de Manizales.

Imagen 09- Pasivos ambientales en las laderas del Bajo Andes, Manizales, en Revista de la U de Chile y Periódico UN.

En el POT, se deben considerar ajustes en el factor de seguridad de las laderas, teniendo en cuenta además de los resultados de la microzonificación sísmica desarrollada por el CIMOC que invitan a contemplar el efecto de amplificación de los suelos, los cambios en la amenaza climática donde el período de los eventos extremos se ha acortado de forma sustantiva.

Imagen 10: Rellenos antrópicos y susceptibilidad al deslizamiento de laderas, en Manizales. Programa GIRD-M, U.N. de Colombia-Corpocaldas

En cuanto a la amenaza hidrometeorológica, conforme los períodos de retorno de los eventos extremos Tr se han acortado por el calentamiento global, también el riesgo R se ha incrementado, tal cual lo ilustra la tabla de Valoración del Riesgo adjunta, donde el riesgo pasa de 0,63 a 0,98 cuando el período de retorno Tr de una amenaza pasa de 100 años a 25 años, incidiendo sobre una obra cuya vida útil n es de 100 años.

Tabla: Valoración del Riesgo en función del período de las Amenazas Tr y la vida útil de una obra n.

R=1-(1-1/Tr)**n

Como fundamento, en la fórmula para estimar R, el factor 1/Tr es la probabilidad temporal del evento, así se trate de lluvias o de sismos. Las obras se diseñan del lado de la falla, donde R>50%, pues de lo contrario la ciudad no sería viable: obsérvese los valores de la diagonal.

Imagen 11: tabla de ploteo del Valor Riesgo según fórmula anexa.

Igualmente, la tabla permite inferir cómo, con la tala y los modelados se ha comprometido el factor de seguridad de largo plazo de nuestras frágiles laderas, dado que para valores elevados de n el valor del riesgo con eventos extremos es uno.  

Véase en el talud de la fotografía siguiente, cómo la presencia de las cenizas volcánicas que aparecen por debajo de un suelo orgánico (sobre el cual hay un depósito antrópico), dan testimonio de la estabilidad a largo plazo de una ladera ligeramente inclinada. Al respecto, si la formación de una capa orgánica de tan solo 10 cm de espesor en este clima y a esta altitud, puede tardar un siglo, las cenizas que subyacen el horizonte orgánico y que probablemente provienen de Cerro Bravo, se remontan adecenas de miles de años.

Imagen 12: Ladera del sector El Cable en Manizales. Fuente: http://geotecnia-sor.blogspot.com.co

Como conclusión, si las laderas de fuerte pendiente del trópico andino poseen un factor de seguridad de largo plazo igual a uno, con los modelados y con la deforestación se ha vulnerado ese frágil equilibrio límite de estabilidad. De ahí la importancia de: a-  prevenir la separación de costos y beneficios en la explotación del suelo que subyace en la construcción de viviendas de interés social; b- controlar el modelo de expansión del suelo que especula con la plusvalía urbana; c- ajustar los factores de seguridad para responder a las condiciones sísmicas de la ciudad y a los eventos climáticos extremos; y d- implementar la plusvalía urbana para hacer viable un POT que pueda llevar infraestructura ambiental para asegurar zonas ya intervenidas, y atender así las demandas socioambientales asociadas con la fragilidad del medio.

Siendo así, además de la fragilidad de los suelos residuales, la fuerte topografía, de la actividad neotectónica y del clima severo, como factores naturales de inestabilidad que explican el frágil equilibrio de las laderas del trópico andino, también esa precaria estabilidad se rompe a causa de factores antrópicos relacionados con el urbanismo descontrolado y las actividades productivas inconvenientes que gracias a fallas en la planificación y ordenamiento del territorio,  entrar en conflicto con la aptitud del uso debido del suelo afectando la estructura ecológica de la ciudad mediante construcciones, sobrecargas, vertimientos de agua y modelados, además de la pérdida de las coberturas vegetales, lo que agrava la  vulnerabilidad del hábitat y la sostenibilidad de las laderas como zonas de protección. Ver mapa anexo de susceptibilidad a los deslizamientos, para la zona urbana de Manizales.

Imagen 13- Véase en rojo cómo las zonas de mayor susceptibilidad a los deslizamientos en Manizales coinciden con las laderas de fuerte pendiente de la ciudad. Mapa Preliminar de Amenazas por Deslizamiento UN- Corpocaldas.

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PARTE II:  EL CAMBIO CLIMÁTICO

Imagen 14: Colombia. Inundaciones en Atlántico (2010) y Sequías en El Llano (2014). Caracol Radio y El Espectador.

En la Región Andina de Colombia y en particular en la Ecorregión Cafetera, el modelo conflictivo de ocupación del territorio avanzando sobre ecosistemas estratégicos, con la deforestación y potrerización, y la minería ilegal e incluso las obras de urbanismo que igualmente presionan la estructura ecológica del territorio, generan graves consecuencias sociales ambientales y económicas que se suman a las problemáticas del calentamiento global con sus eventos climáticos extremos: dicha situación obliga, no solo a fortalecer la presencia del Estado en algunos territorios de Colombia, sino también a intensificar acciones estructurales soportadas en políticas públicas y de ordenamiento territorial inspiradas en una planificación social y ecológica responsable, y en estrategias de participación social, de educación y de apoyo sectorial para avanzar en la solución de los grandes conflictos entre uso y aptitud de suelos.

El clima en Colombia

Imagen 15. Colombia: Zonificación climática según Köppen (Wikipedia.org), Áreas susceptibles al movimiento de masas de suelo y Zonas degradadas por erosión del suelo- (IDEAM)

Las zonas climáticas de la Tierra, como factor que determina el paisaje, la vegetación y la vida animal, tienen un profundo efecto sobre la cultura. El clima, o modelo meteorológico a largo plazo de una región, depende de varios factores: la latitud, que determina lo caliente o fría de una zona, como la extensión e influencia de sus estaciones; las características de las masas de aire predominantes sean calientes o frías y húmedas o secas, y los factores físicos tales como la distribución relativa de la tierra, el mar, las montañas, los valles, los bosques y los glaciares.

En Colombia, aunque gracias a la presencia de las cordilleras se tiene todos los climas, en su zona andina predomina el clima de montaña tropical, mientras que en los valles interandinos el clima dominante es el de selva tropical ecuatorial. Dicha región, muestra temperaturas medias que varían entre 28° en los ambientes cálidos y húmedos de las zonas bajas, hasta 0° C bajo cero en las cumbres nevadas. Mientras que, en la región andina de Colombia, el clima es bimodal: cada año tenemos dos temporadas secas que parten desde los equinoccios y dos húmedas a partir de los solsticios; en los Llanos Orientales, salvo en la Serranía de La Macarena, el clima es intertropical lluvioso de sabana, con una estación de lluvias muy marcada y otra de sequía.

En tanto, si al Sur se pasa del clima de sabana al Clima húmedo y lluvioso, para continuar con el de selva súper húmeda en La Amazonía, donde el clima húmedo y cálido, presenta lluvias abundantes durante todo el año; la Región Pacífica prevalece un clima cálido y un régimen pluviométrico intenso, y en la Región del Caribe colombiano predomina un clima cálido donde alternan épocas de sequía y lluvias continuas, pero con una marcada influencia de los vientos alisios del Nor-Este en la zona más Norte; y en la región insular del Caribe, el Archipiélago muestra un clima cálido semi-húmedo, con lluvias que se concentra entre octubre y noviembre, al estar influenciado por los alisios del Nor-Este.

El fenómeno climático y las Causas

Imagen 16: Arriba- Emisiones de CO2 Vs. Temperatura. NOAA-NCDC; y Pronóstico de Anomalías del cambio climático 1960-1990 basado en HadCM3. Abajo- causas antropogénicas y naturales. El Pais.com y Nasa.gov

El cambio climático, es la teoría que predice el crecimiento futuro de las temperaturas a nivel global durante las próximas décadas, a partir del incremento en el valor medio de la temperatura observado en la atmósfera terrestre y en los océanos. Aunque el clima del planeta siempre ha variado, el problema del cambio climático es que el ritmo de estas variaciones se ha acelerado durante las últimas décadas, de manera anómala. El clima en la tierra, ha presentado alteraciones por causas antrópicas y naturales. La cantidad y patrón de calentamiento global que se ha observado no puede explicarse únicamente mediante factores naturales.

Además, si el cambio climático y la consecuente ocurrencia de fenómenos naturales extremos conexos puede tener entre sus causas la mayor actividad solar, también es el resultado del aumento de concentraciones de gases de efecto invernadero asociados a la acción antrópica, tales como dióxido de carbono, metano, óxidos nitrosos y clorofluorocarbonos presentes en la atmósfera terrestre. La teoría antropogénica predice que el calentamiento global se relaciona con emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), como el CO2. Y pese a que cerca del 18 % de los científicos ha disentido de la opinión consensuada, el 97% de los investigadores, coinciden en que el actual calentamiento, es el efecto de los gases de invernadero (GEI), en especial el del dióxido de carbono CO2 (85%) relacionado con los combustibles fósiles, seguido el Metano (8%), del Óxido de Nitrógeno (5%) y de los Fluoruros (2%).

Respecto a las causas naturales, aunque astrónomos y geofísicos soportados en correlaciones, pueden afirmar que cuando el Sol está tranquilo la Tierra permanece fría, aún no sabemos el porqué de los cambios de la actividad del Sol.  A modo de ejemplo, hubo una “pequeña glaciación” asociada a un periodo frío ocurrido entre 1550 y 1850, en el que se presentaron tres picos fríos (1650, 1770 y 1850); esta pequeña edad del hielo coincidió con un período de baja actividad en las manchas solares.

Pero también, el actual calentamiento que ha surgido desde la Revolución Industrial, se puede observar a principios del siglo XX y en los últimos 50 años: basta mirar nuestros glaciares en retroceso, cuya superficie en el PNN de los Nevados ha pasado de 27 a 12 Km cuadrados de extensión entre 1970 y 2020. Para 2 °C de calentamiento, la fracción de precipitaciones extremas atribuibles a la influencia humana se eleva a cerca del 40 %”. Nature Climate Change (2015), dice que “un 18% de las precipitaciones diarias moderadamente extremas en tierra, son atribuibles al aumento de la temperatura observado desde la época preindustrial, resultado principalmente de la influencia humana; y según The New York Times (2015) “en la actualidad alrededor del 75 % de las precipitaciones diarias moderadamente extremas en tierra son atribuibles al calentamiento”.

El factor antropogénico

Imagen 17: Izq. Pérdida de energía de la energía radiante, en: fvsa.org.ar. Der. Variación del nivel del mar entre 2000 y 2100. Fuente: IPCC

En las próximas décadas podría duplicarse el nivel del dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, con respecto a los niveles que había antes de la Revolución Industrial. El mayor aporte del CO2 proviene de combustibles fósiles como el petróleo, donde Colombia entra como país con recursos energéticos como carbón e hidrocarburos. Esta teoría genera un debate social y político, pero también un consenso en la comunidad científica internacional. Las emisiones de CO2 en 2021 y en Colombia, han sido de 77,57 megatoneladas, con lo que el país ocupar el puesto número 137 del ranking entre 184 países.

Entre las causas del deterioro ambiental que exacerban la amenaza del cambio climático, sobresalen la contaminación industrial en los medios naturales y paranaturales, la expansión urbana o minera -caso Río Blanco y Toldafría para el caso de Manizales-, y la degradación del ecosistema por indebido uso o mal manejo no sólo de los recursos, sino también del agua, la biota y los suelos de cultivo que son bienes inalienables de interés general por tratarse de un patrimonio natural.

Aquí, al igual que la deforestación consuetudinaria que explica la precaria cobertura vegetal de nuestras montañas como factor de descontrol hídrico y pluviométrico, que se expresa en sequías o inundaciones, y en procesos severos de erosión y de sedimentación, también los combustibles fósiles, como carbón y petróleo, juegan un papel protagónico, lo que impone medidas estructurales relacionadas con el modelo energético y el transporte, para “descarbonizar” la economía. El problema ambiental de Medellín, pone en evidencia esta problemática. Con el calentamiento global, el ecoturismo deberá enfrentar un reto sin precedentes que debe abordarse desde ahora, en temas como el Paisaje Cultural Cafetero, y la forma de hacerlo es empezar por conocer las causas y consecuencias de dicha problemática, para trazar estrategias de conservación, y actuar en consecuencia.

El efecto invernadero es causado por gases que se encuentran en la atmósfera. Estos gases que permiten la vida en la Tierra, atrapan parte del calor del Sol que se refleja por el planeta.

El calor atrapado por la atmósfera de la Tierra, mantiene la temperatura media global en +15º Celsius; si se incrementa ese valor hasta 18ºC, se causarían fenómenos nocivos. En amarillo se muestra el efecto de la atmósfera sobre la luz solar incidente; y en rojo, el efecto causado sobre la radiación infrarrojo ya reflejada. El incremento promedio de la temperatura media podría afectar más al hemisferio norte, que al del sur. En promedio, el calentamiento es mayor sobre los continentes que sobre los mares. En Sudamérica, el calentamiento parece tener menor intensidad sobre el Cono Sur (1º a 2ºC).

En Colombia las zonas de relieve montañoso como la Región Andina que es la más habitada se calentarían entre 2º a 3ºC, y las planicies y praderas de las regiones no montañosas, como la Costa norte, y en especial la Orinoquía y la Amazonía, se calentarán de 3º a 4ºC. Aún más, según el IDEAM, para el periodo 2071 – 2100, se espera que la precipitación media en el país, disminuya entre 10 a 30% en cerca del 27% del territorio nacional (Regiones del oriente y del Caribe), y que se incremente entre 10 a 30% en cerca del 14% del territorio nacional (Regiones montañosas como la Andina y Sierra Nevada). Varios expertos en temas climáticos lanzaron alertas señalando que el acuerdo de la cumbre COP 21, es inconsistente con el objetivo de evitar que la temperatura del planeta no supere los 1, 5º C. Para lograrlo, la economía mundial debería estar descarbonizada en 2050 y las emisiones deberían disminuir al menos un 70 % en 2050, respecto a los niveles de 2010.

La problemática ambiental y Escenarios de CC para Colombia

Imagen 18: Escenarios de Cambio Climático 2011-2100. IDEAM 2015.

El calentamiento global podría exterminar una fracción importante de las especies del planeta. La fusión del hielo en proceso, puede incrementar en decímetros el nivel del mar durante las siguientes décadas, causando erosión costera. Se prevé el incremento de los desastres asociados al clima:  huracanes, sequías e inundaciones, y pérdidas causadas en la economía mundial de hasta un 20% del crecimiento. Habrá que desarrollar estrategias para prevenir la erosión costera, como preservación y propagación de los manglares, también vitales en caso de tsunamis.

Según el Banco Interamericano de Desarrollo, la CEPAL y el Fondo Mundial para la Naturaleza, para el año 2050 los desastres naturales podrán ocasionar pérdidas por US$ 100.000 millones. Además, la región, aunque solo contribuye con el 11% de las emisiones globales, por ser altamente vulnerable a los desastres naturales, deberá incrementar de forma sustancial sus inversiones en adaptación al cambio climático y en la mitigación preventiva, durante las próximas décadas. El cambio climático reducirá el número de huracanes en el Atlántico, pero estos serán más intensos. Las aguas abisales (profundas) de la Antártida se enfriaron de manera sensible a pesar del calentamiento global y esto podría hacer que América del Norte y Europa empezar a enfriarse en la próxima década. Los ecosistemas mediterráneos y del Caribe, van a ser los más perjudicados: se cuantifican impactos del calentamiento, que probablemente se empezarán a notar a partir de 2020.  Concentraciones elevadas de CO2 podrían reducir la calidad del forraje; además el calentamiento global puede cambiar los rendimientos de semillas. Si no actuamos ahora, nuestros hijos heredarán un mundo más caluroso, aire más contaminado y agua más sucia, inundaciones y sequías más intensas y más fuegos arrasadores. Es probable que, aunque se detengan hoy las causas del calentamiento, la recuperación del ecosistema tardará décadas y los daños serán irreversibles.

En Colombia según el IDEAM, para el 2040, 2070 y 2100, habrá incrementos de Temperatura promedio en las áreas continentales y en su orden, de 0,9°C; 1,6°C y 1,4°C. Dichas cuantías se duplicarán en las zonas costeras, Orinoquia y Amazonia, mientras que en las zonas montañosas sólo alcanzarán a la mitad. También, en los mares y para los tres períodos, la temperatura se incrementaría en promedio y en su orden 0,6°C; 1°C y 1,5°C.

 

Imagen 19: Colombia- Riesgos por Cambio Climático, y Capacidad de adaptación al Cambio climático, por regiones. Ideam 2021. IDEAM-PNUD.

Las lluvias, que se incrementarán en las zonas de montaña entre un 10 y 40%, también se reducirán entre un 10 y 40% en la costa norte, en el archipiélago de San Andrés y en la Amazonía y Orinoquía. El mayor incremento de precipitaciones que se podrá presentar, con un aumento promedio del 28% respecto a los valores actuales, se dará para el fin de siglo en los departamentos de Risaralda y de Caldas. Una situación similar, deberá esperarse en el Nor-Occidente del Quindío y en la vertiente Oriental del Tatamá. Similarmente, los mayores incrementos de temperatura, se darán en el Valle del Magdalena (Más de 2°C) y en el Corredor del río Cauca (cerca de 1,5°C), comprometiendo poblados vecinos.

Sin duda alguna la investigación científica de nuestros principales centros relacionados con esta temática – el caso El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales IDEAM como entidad del gobierno de Colombia dependiente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible responsable de la información científica, hidrológica, meteorológica-, además de universidades y de dependencias de instituciones con funciones afines, es la mejor forma de contribuir al desarrollo de un objetivo común de protección climática a largo plazo, como el que se propone.

¿Y la Ecorregión Cafetera qué?

Imagen 20: Usos potenciales y actuales del suelo al año 2000, en la Ecorregión Cafetera. SIR – Alma Mater (2002).

La Ecorregión Cafetera, tiene en el cambio climático uno de los mayores desafíos socioambientales para su desarrollo. No obstante, para comprender los conflictos socioambientales de este territorio y orientar la gestión del hábitat, resulta fundamental partir de una declaratoria que le reconozca sus derechos bioculturales para amparan tanto a sus comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, como a los ecosistemas del territorio, a la luz de las trascendentales decisiones que ha tomado la Corte Constitucional de Colombia sobre la materia, máxime cuando cerrar las brechas estructurales obligan a considera que se trata de un territorio fundamentalmente rural en el cual los ingresos rurales son la cuarta parte de los ingresos urbanos.

El territorio con una población de 3,7 millones de habitantes -76% urbanos y 24% rurales, y una extensión 27.249 km2 del trópico andino, es un jardín deforestado. Veamos: según SIR – Alma Mater (2002): mientras la superficie apta para potreros era del 4 % del territorio, las coberturas en dicho uso alcanzaron el 49 %, y mientras el potencial forestal era del 54 %, las áreas en bosque bajaron al 19 %. Añade además que, para el año 2000, en los usos agrícolas y agroforestales, de un potencial del 21% y 20% en su orden, la cobertura agrícola era del 30% y la agroforestería no se implementaba.

Cuenta la Ecorregión Cafetera en su valioso patrimonio natural con cuatro Parques Naturales Nacionales PNN: el de los Nevados, el Tatamá, la Selva de Florencia, y el Santuario de Fauna y Flora Otún-Quimbaya. El Páramo de Tatamá, junto con los páramos del Sol en Frontino y El Duende que hospeda el Cerro Calima, son los únicos tres páramos de Colombia que no han sufrido alteración humana. Súmense a lo anterior, varias reservas forestales protectoras, distritos de suelos.

El Sistema Regional de Áreas de Protegidas, SIRAP de la Ecorregión Cafetera en jurisdicción de 92 municipios de cinco departamentos – Eje Cafetero, N de del Valle del Cauca y NW de Tolima-, es un proceso de planeación participativa que incorpora conceptos de ordenamiento territorial para la gestión ambiental y un modelo de desarrollo sostenible, desde el año 2000 ha venido vinculando el tema de cambio climático en su plan de acción. No obstante, a pesar de la Ley 99 de 1993, cuyo Art.1. N4 dice: “Las zonas de páramos, subpáramos, los nacimientos de agua y las zonas de recarga de acuíferos, serán objeto de protección especial”, este valioso patrimonio está amenazado, no sólo por el cambio climático, sino también por los históricos pasivos ambientales y presiones actuales de naturaleza antropogénica.

El caso de Caldas

Imagen 21: Escenarios de Cambio Climático en El Eje Cafetero al 2100. IDEAM

Para el fin de siglo la temperatura del Departamento de Caldas, según el IDEAM, podrá aumentar en 2,4°C en promedio, y los principales aumentos se podrán presentar en la región magdalenense donde podría incrementarse hasta en 2,5°C, sobre la temperatura actual de referencia. Y en precipitaciones, aunque Caldas sólo presentará disminuciones de precipitación del 10% en el oriente para los periodos evaluados, estima el IDEAM que por las vertientes del Cauca se darán aumentos de entre un 20% en 2040 y hasta un 28% en 2100, y que para fin de siglo la precipitación podrá aumentar entre un 30% y 40% en el pie cordillerano, desde Villamaría y Manizales hasta Salamina.

Para el IDEAM, los principales efectos en el departamento podrían presentarse en los sectores de infraestructura vial y cuencas deforestadas en zonas de alta pendiente, debido al aumento de los porcentajes de precipitación y precaria regulación hídrica. Además, las coberturas nivales hoy en retroceso, seguirán disminuyendo en volumen debido al incremento de la temperatura, al tiempo que el sector agrícola podría afectarse por plagas sostenidas en el tiempo y enfermedades fitosanitarias relacionadas con una mayor humedad relativa, lo que podría afectar severamente el rendimiento en cultivos de importancia para la alimentación y la industria.

Caldas, un paisaje verde deforestado

Imagen 22: Biomas de Caldas, Usos y Coberturas del suelo al año 2000. Corpocaldas.

Pero Caldas cuyo PIB le aporta el 1,6% a la Nación, con una superficie de 7888 km2, una altitud media de 3190 msnm, y una población cercana al millón de habitantes, frente a la amenaza ¿cómo está? Pese a su relieve y ubicación geográfica, y de un sistema hidrográfico nutrido por dos cordilleras – la Occidental y Central cuyas vertientes drenan por cuencas del Magdalena y del Cauca-, también es un territorio vulnerable: además de una conurbación de 550 mil habitantes, en la cuenca del Río Chinchiná-Guacaica, bañada por uno de los ríos más contaminados de Colombia, es un paisaje deforestado que anuncia conflictos severos en el uso del suelo, y una amenaza alta de desabastecimiento para el corredor del Cauca entre Irra y la Pintada.

En Caldas, al 2019 el área de cultivos con una extensión de 104 mil ha, distribuidas en café (78907 ha), plátano 25004 ha y otros cultivos (10497 ha), sumada a las 111 mil ha del área forestal y en guadua, arrojan un total de 215 mil ha equivalentes al 29% del departamento, cuantía inferior a las 294 mil ha de las tierras destinadas a actividades ganaderas y pecuarias, o sea a potreros, que representan el 40% de Caldas. Siendo así, urge en Caldas resolver la carencia de instrumentos mínimos, como una cartografía temática y de detalle con mayor resolución para las zonas urbanas que las rurales, e incluir en ella los mapas agrológicos, sin perder de vista las acciones que van en curso desde Corpocaldas y las oficinas de atención y prevención de desastres OMPAD de Manizales, y CREPAD de Caldas.

Y Manizales qué

Los desastres vividos por siniestros invernales en Manizales, obligan a superar el pesimismo y desconcierto ciudadano para repensar la gestión integral del riesgo asociado al cambio climático: a modo de ejemplo, el colapso del gasoducto y del servicio de agua en 2011, se pueden interpretar mejor al recorrer la vía al Magdalena, para señalar que lo que muestra su corredor con los mega deslizamientos, es la destrucción antrópica del suelo, a diferencia de lo que muestra la montaña reforestada del otro lado del río, en la que los ocasionales deslizamientos son la expresión de un fenómeno natural llamado erosión, más limitado.

Imagen 23: Escenarios de Cambio Climático para Manizales al 2100. Corpocaldas-UAM e IDEAM.

De ahí que debamos entender conceptualmente que el corredor de una carretera va más allá de su pavimento, muros y transversales, al extender su dominio hasta las microcuencas y laderas del corredor vial.

Al igual que lo sucedido con el Terremoto del Eje Cafetero (1999), donde las consecuencias superaron en varios órdenes las que se derivan de los acontecimientos de Manizales, suele ocurrir que siempre los desastres desnudan los conflictos y contradicciones que padece la sociedad afectada, al tiempo que sus consecuencias terminan flagelando con mayor severidad a los más pobres en razón a su vulnerabilidad económica y ambiental. Al respecto quisiera señalar que la Ingeniería como tal, no solo diseña del lado de la falla, sino que su propuesta científico-tecnológica en sí misma resulta insuficiente, requiriendo para su desempeño, además de la adaptación de los saberes y haberes de la cultura local, evaluar el riesgo no solo mirando la amenaza natural, sino también la vulnerabilidad total, desde una dimensión integral.

Tres acciones integrales

En primer lugar, la investigación e instrumentación de la amenaza, porque podría sentarse como tesis que, de mantenerse la dinámica del último lustro, sus efectos desbordarían nuestro nivel de resiliencia, por la incapacidad de recuperar la base económica y ambiental de la ciudad: al comparar Las Niñas 2007/8 y 2010/11, ambas de nivel moderado y 10 meses de duración, mientras en la primera las cifras de damnificados no llegaba a 50 mil por cada invierno y los eventos eran puntuales, en la segunda superó 2 millones en cada una de sus dos temporadas de lluvias, y como eventos quedaron cerca de 30 municipios para reasentar, caso Gramalote, para no hablar de Bogotá sumida en el agua de los humedales que le robó a la sabana.

En segundo lugar, la adaptación al cambio climático, lo que supone cambiar rumbos y corregir disfunciones en el modelo socioambiental, mediante una construcción social del territorio para establecer unas relaciones de simbiosis y parasitismo entre los habitantes y el medio natural,  ecológicamente sólidas y compatibles con la cultura: esto, para enfrentar estructuralmente la deforestación, la exposición a la amenaza y los conflictos entre uso y aptitud del suelo, cada que surge como oportunidad un nuevo ciclo de ordenamiento territorial como el de 2012-2023.

Y en tercer lugar, las políticas públicas para una planificación que incorpore la gestión del riesgo de forma integral, asunto para el cual el Estado Colombiano ha dado pasos fundamentales, al cambiar el perfil de la anterior oficina de Prevención y Atención de Desastres que surgió tras los sucesos de Armero, por la Dirección General del Riesgo con mayor capacidad y jerarquía, al tiempo que empieza a fortalecer el Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres SNPAD de Colombia, el sistema de información ambiental, la gestión del recurso hídrico y el inventario de asentamientos y aseguramiento de bienes en riesgo: Manizales y Caldas, deben ahora fortalecer sus instrumentos a nivel departamental y municipal, para emprender la rehabilitación, reconstrucción y prevención, sector por sector.

Y para finalizar, sí de la prevención al desastre la diferencia es de un orden y del desastre a su recuperación de otro más, vale el dicho: “más vale prevenir que curar”.  Sólo que las acciones han de ser de extremada urgencia y largo plazo, y por lo tanto estructurales, para desarrollar una cultura de adaptación al cambio climático, dada la complejidad de la crisis socioambiental de Colombia.

Epílogo

Como consecuencia de la deforestación asociada a la potrerización y a los monocultivos, la erosión de los causes amenaza los suelos cafeteros; llegó la caturra y salió el sombrío. Si las socas y resiembras de café suministran leña, también desaparecimos los bosques de galería y desnudamos los nacimientos de aguas. Finalmente, para remplazar al azadón con químicos, dimos muerte a la microflora y microfauna dejando expuesto el suelo de estas vertientes a la acción erosiva de las aguas de arroyamiento.

 

Imagen 24: Colombia – Ecosistemas amenazados (IAvH) y Vulnerabilidad al cambio climático (WFP)

Urge un nuevo modelo de ocupación del territorio que además de corregir un uso conflictivo del suelo y expansionista en la ocupación del territorio, tal cual lo padecemos al ver cómo presionamos la estructura ecológica del departamento y la capital caldense, para favorecer la especulación con la plusvalía urbana o extraer el oro contaminado nuestras fuentes hídricas, también logre prevenir: 1- el deterioro ambiental, 2- el incremento de la vulnerabilidad al cambio climático, y 3- la fragmentación de los frágiles ecosistemas de nuestros biomas del trópico andino.

Las acciones necesarias son la gestión ambiental territorial, la participación comunitaria, la incorporación de información útil y suficiente para el análisis de los problemas ambientales, y su relación con las administraciones municipales, con la planificación urbana y con el mercado, sobre todo el inmobiliario y el minero que presionan nuestras reservas forestales en Río Blanco y en Toldafría. Recuperar rondas hídricas y cuencas degradadas además de proteger la estructura ecológica, y de garantizar el agua para las fuentes energéticas, sistemas agrícolas y abastecimiento humano, beneficia las especies endémicas vulnerables y en riesgo de extinción, al resolver la fragmentación de su hábitat.

En Colombia, al igual que las demás ciudades, Manizales, fundada el 12 de octubre de 1849 sobre un ramal cordillerano y a 2150 m s.n.m. en la cuenca media del Chinchiná, lugar que hasta el siglo XVI fuera habitado por indígenas Quimbayas, ha sido una ciudad donde las debacles asociadas a procesos naturales y a otros de origen antrópico, exigen una adaptación ambiental mediada por la cultura. Lo anterior, ya que son muchos y variados los pasivos ambientales de Manizales, relacionados con el uso conflictivo del suelo rural en un paisaje gravemente deforestado, sino también en el medio urbano por un modelo de ocupación expansionista que presiona la estructura ecológica del territorio.

La planificación para un desarrollo sustentable, en la que los usos del suelo garanticen la funciones social y ecológica de la propiedad, además de la prevalencia del interés general, debe empezar por una adaptación a las dinámicas del clima, cuyo fin sea proteger los derechos bioculturales de este territorio caldense como constructo cultural, y por lo tanto los frágiles ecosistemas con su biodiversidad y los servicios ambientales para las comunidades de base que lo habitan, en especial el suministro confiable de agua de calidad y la regulación hídrica y climática, previendo sus impactos.

Finalmente, para el plan de adaptación al cambio climático y las acciones estructurales propuestas en las múltiples dimensiones del desarrollo, se requerirá implementar estrategias de gobernanza que faciliten la apropiación social de los procesos de ordenamiento y planificación, entendiendo el territorio como una construcción social e histórica, dado que en él es donde surge la cultura como el resultado de las complejas relaciones dialécticas entre la naturaleza y la sociedad. No olvidemos que la Constitución Política de 1991, que establece el desarrollo sostenible como meta social, le asigna una función ecológica a la propiedad, señala inequívocos deberes al Estado la materia, y precisa los derechos y obligaciones ambientales de los ciudadanos.

COMPLEMENTO Parte II: Café y cambio climático.

Imagen 25: Colombia- Café con sombrío en Quecafe.info, y monocultivo de Café en Wikipedia.org

Con el actual calentamiento global en el que se incrementan simultáneamente la temperatura y la precipitación tal cual lo estamos advirtiendo en las zonas cafetaleras de la región andina de Colombia, dada la sensibilidad del cafeto a las variaciones extremas del clima, no sólo podemos esperar una producción más baja y problemas fitosanitarios por el incremento de la humedad relativa, sino también menos zonas aptas para este cultivo. No olvidemos que Colombia, donde el café arábigo ha sido la principal especie cultivada para la producción de café, es uno de los países más vulnerables al cambio climático en el mundo, ya que debido a su ubicación geográfica podría ver afectados su recurso hídrico y sus cultivos.

De conformidad con la organización de investigación australiana CSIRO, en las últimas décadas no solo se han reducido cada vez más las cosechas por hectárea cultivada, sino que también para el año 2050 la superficie apta para el cultivo del café disminuiría en más de un 50%, afectándose con ello a muchos caficultores, no solo de países como Brasil y Vietnam que son los dos mayores productores mundiales, sino también de Colombia. Además, si en este país, se vería afectada la seguridad alimentaria por la alta exposición y sensibilidad de cultivos como yuca, arroz, plátano, papa, caña, maíz y frijol a los efectos del clima, igualmente las zonas cafetaleras también estarían en un alto riesgo.

Este año en Colombia, mientras la producción acumulada de 12 meses se situó en 10.6 millones de sacos mostrando una caída del 12% respecto al año anterior, se espera que el 2023 cierre con una producción de 11,4 millones de sacos, para la Federación Nacional de Cafeteros, la discusión de si producir robusta en Colombia o no, para sustituir las importaciones de café, aunque resulta hoy accesoria ya que el centro del debate debería ser el consumo interno en el país, máxime que la caficultura colombiana atraviesa un año volátil y convulso por cuenta de la caída del precio del grano y de las exportaciones, también se ha puesto en el debate la necesidad de recurrir a la siembra de robustas para cumplir con los compromisos de exportación en los mercados tradicionales.

Todo esto, porque si la crisis ocurre en este país y en particular en el Eje Cafetero, también en otros países tropicales el clima ya no será tan estable como antes. De conformidad con los pronósticos actuales, progresivamente se dará una reducción de la oferta, y por lo tanto igualmente de la demanda ya que para los consumidores la emblemática bebida que ha sido una de las más populares en todo el mundo, podría costar más. Como curiosidad, aunque existen unas 130 variedades silvestres de café algunas seguramente más resistentes al calor o a determinadas plagas, pero que si quisiéramos desarrollarlas lleva tiempo, el mercado mundial ha estado dominado por dos variedades: arábiga y robusta.

Si en conjunto, estas dos variedades representan el 99% de los granos de café que se consumen en el mundo, y la producción de arábiga sigue siendo superior a la de robusta en una relación del 60% de arábiga a 40% de robusta, los colombianos deberíamos entender qué hay detrás de una taza de café, y conocer lo que significa tomar una bebida de arábiga, que además de ser más aromática y suave al paladar, es también más digestiva, máxime si en la misma taza de café frente a la arábiga, con un café robusta se consume el doble de cafeína resultando la bebida con un sabor amargo menos agradable.

Si las plantas de café que crecen en climas más cálidos absorben menor cantidad de nutrientes, aunque producen mayor cantidad de granos al año, también ofrecen tazas con cuerpos ligeros, otra cosa ocurre con los cafetos de clima frío donde las cosechas tardan más, lo que se traduce en menor producción de granos, pero más densos y con mayor variedad de sabores. De lo anterior, se desprende el hecho de que los granos de café arábiga al estar cultivados a mayor altura donde tarda más la cosecha suelen tener mejores propiedades gustativas que el de tierra caliente, gracias al mayor desarrollo que alcanzan las moléculas de cafeína.

PARTE III: LA AMENAZA VOLCÁNICA

Imagen 26- Segmentos volcánicos de Colombia -  Adaptado de http://intranet.ingeominas.gov.co-  e imagen del área glaciada del Complejo Volcánico Ruiz Tolima. Fuente- Geotermia, CHEC.

En la Ecorregión del Eje Cafetero, se ubica el más septentrional de los segmentos volcánicos de Colombia: se trata del Complejo Volcánico Ruiz Tolima, donde aparecen los volcanes activos Cerro Bravo, Nevado del Ruiz, Nevado de Santa Isabel, Nevado del Tolima y Machín. Consciente de su cercanía a varios centros poblados, pero también de los beneficios que hemos heredado del vulcanismo, se ofrece la siguiente síntesis de la amenaza volcánica en el territorio como parte de un programa de gestión integral del riesgo, para que podamos definir un modelo de ocupación no conflictivo en el territorio haciendo de estos fenómenos huéspedes condicionantes de acciones beneficios. 

Cumanday, ¿el león dormido?

El Ruiz, llamado por los indígenas Quimbayas Cumanday, ubicado al sur del Páramo de Erbé o Mesa de Herveo en época de la Colonia, es una de las estructuras volcánicas activas más conocidas de Colombia, que hoy lleva el nombre del dueño de la encomienda de Pampaná en Chinchiná, y cuya cumbre de lavas andesíticas ubicada a los 4°53’N y 75°19’W, llega a los 5330 m snm.

Imagen 27: Dinámica glaciar en el VN del Ruiz. Fuente: Glaciares de IDEAM, 2012, y cráter Arenas del VNR con el domo de lava y el nuevo cráter secundario. Fuente: INGEOMINAS 2018.

La prehistoria geológica del volcán Nevado del Ruiz se remonta al Pleistoceno, es decir a 1,8 millones de años. Se trata del período ancestral que dura entre 0,8 a 1,0 millones de años, en el que tienen lugar las primeras erupciones, y en el que se forma un complejo de grandes estratovolcanes que colapsan y forman calderas de entre 5 y 10 km de diámetro.

Sigue otro período antiguo que dura más de medio millón de años, durante el cual se desarrollan grandes estratovolcanes sobre el paisaje caldérico; y que durante los últimos 150 mil años cierra con la formación de calderas explosivas en sus cumbres, y con el desarrollo del actual edificio volcánico y de los otros conocidos en el entorno a través del emplazamiento de domos andesíticos y dacíticos. La Olleta y La Piraña, son dos cráteres parásitos alineados con ochenta mil a cien mil años de antigüedad, que revelan parte de esa historia.

El edificio volcánico, es un estratovolcán de 2035 m, perteneciente al segmento volcánico más norte de los Andes, y emplazado sobre el cinturón cristalino de la Cordillera Central de Colombia, y que se denomina Complejo Volcánico Ruiz Tolima. Hasta aquí la prehistoria geológica, porque entrando a la historia geológica reciente, durante los últimos 11 mil años el Ruiz ha tenido cerca de 12 etapas de actividad eruptiva, con múltiples eventos conexos como corrimientos de tierra, flujos piroclásticos y lahares, en las que se ha dado la destrucción parcial de los domos volcánicos de la cima.

Así como conocemos de la historia geológica más antigua del Ruiz por la morfología de las estructuras volcanotectónicas, también podemos saber de su actividad reciente mediante la datación de suelos orgánicos bajo las capas de cenizas, y de otras evidencias geológicas que a modo de huellas dejaron las erupciones de los últimos miles de años. Las erupciones importantes datadas por radiocarbono concluido el Holoceno y ya en el Antropoceno o “Edad de los humanos”, son del 6660 a. C., 1245 a.C±150 años, cerca del 850 a. C. y 200 a.C±10 años, así como del año 350 d.C±30 años y del 675 d.C±50 años.

Los hielos que durante el Pleistoceno cubrieron más de 1000 Km2 del Complejo Ruiz Tolima, se retiraron 14 mil años atrás dejando como evidencia los valles glaciares y las morrenas hasta los 3500-3400 m snm, además de depósitos fluvioglaciares como los que llenan las cuencas bajas del Chinchiná, Gualí y demás ríos del drenaje mayor. Pero, aunque no tenemos historia en Cerro Bravo, se han datado eventos de los años 1720 ± 150, 1050 ± 75 y 750 d. C. ± 150, años, y podemos observar los depósitos poligénicos de nubes ardientes en las cabeceras del río Aguacatal y en el Perrillo.            

Aunque las erupciones del Ruiz y del Cerro Bravo tienen en común un carácter explosivo, mientras las de Cerro Bravo han mostrado un nivel moderado alto y con un mayor nivel de dispersión de las riadas gasopiroclásticas, lo que se explica por lavas más viscosas propiciando columnas eruptivas de colapso, las del Ruiz han sido de coeficiente explosivo de nivel moderado bajo, con presencia de una columna eruptiva preferiblemente vertical sostenida, aunque se presenten pequeños flujos piroclásticos relacionados con riadas que emergen del cráter por efectos de boquilla y por desprendimientos de la pluma eruptiva.  A modo de ejemplo, en 1985, uno de estos eventos secundarios denominados “surge”, arrasó el refugio del Nevado del Ruiz.

Así no se tenga algo escrito en la historia, porque habitamos este territorio del segmento volcánico más septentrional de los Andes, aunque poco sabemos de las corrientes humanas migratorias asiáticas que hace 12 o 14 mil años entraron a las Américas por el estrecho de Bering, luego pasaron por Colombia y posteriormente bajaron hasta la Patagonia, tardando 1000 años en ocupar el continente, ni podamos explicar las pinturas rupestres de unos 20.000 años en Chiribiquete.     

Ya en la época actual, es decir desde el descubrimiento de América y la conquista que es lo que más nos debe competir, sabemos también de las erupciones históricas de los años 1595, 1845 y 1985, con lahares repitiéndose donde ahora se destruye Armero. Los dos primeros eventos, coinciden con la pequeña glaciación de 300 años ocurrida entre 1550 y 1850, época en la que el área de los glaciares sumó casi 100 km2 y el volcán del Quindío al igual que el del Cisne era nevado. La evidencia de esta neoglaciación, son los actuales arenales del Ruiz, cuyo volumen debe ser tenido en cuenta como factor de formación de lahares, por la copiosa lluvia que acompaña la erupción, sumada a los deshielos.

Imagen 28: Lahares históricos en el área de Armero. Geociencias UN 1985.

En sus “Noticias historiales de las conquistas de tierra firme en las Indias Occidentales”, Fray Pedro Simón relata: la erupción del Nevado del Ruiz ocurrida el domingo 12 de marzo 1595, aludiendo a tres truenos sordos que se oyeron más de 30 leguas por toda su circunferencia, y a crecientes por el Lagunilla que cobraron la vida de unos 600 indígenas Gualíes y que dejaron media legua de peñascos entre ellos, uno mayor que un cuarto de casa. Añade además que, en Cartago, además de oscurecerse el cielo del medio día, las cenizas cubrieron los pastizales con una capa que superó un palmo con su espesor, por lo cual las vacas no dieron leche hasta que las lluvias de los días siguientes lavaron tanta pestilencia.

Igualmente, tras un sismo ocurrido en la mañana del 19 de febrero de 1845, surge un flujo de lodo por el valle que alcanza a Armero cobrando la vida de mil personas, y partiéndose en dos: la mayor proporción que alcanza el Magdalena lleva bloques de hielo, y la pequeña que va al norte alcanza a represar el río Sabandija. Como hipótesis, el que no se reporten cenizas en 1845, podría explicarse por la ocurrencia de un gran evento de ángulo bajo, que en magnitud supera las erupciones de 1595 y 1985.

Finalmente, desde finales de 1984, luego de un incremento en el nivel de la actividad sísmica cerca del Ruiz y del depósito de azufre en la cumbre del volcán, posteriormente se da el aumento de la actividad fumarólica, lo que desemboca primero en una pequeña erupción freática con expulsión de ceniza el mediodía del 11 de septiembre de 1985, y luego en el paroxismo del 23 de noviembre de 1985, cuando se produce la erupción magmática con los lahares que ocasionan el desastre de Armero. Si la erupción de 1845 fue de unos 2 Km3 de magma que se habría acumulado en 250 años, y la de 1985 tan solo fue de 0.1 a 0.2 km3, el Ruiz después de 150 años aún tendría un acumulado de 1 km3 de magma disponible, para un evento de magnitud similar al de 1595, cuando el cráter al igual que ahora no presentaba.

Aunque después de Armero, como evidencia de que “El león dormido” aún acecha, la inestabilidad del sistema volcánico ha sobresalido por dos pequeñas erupciones ocurridas en 1989 y 2012, el cráter Arenas ahora con 300 m de profundidad, muestra justo en el fondo el surgimiento de un domo localizado al Oeste del gran cráter, con de más de medio centenar de metros, tras la extrusión de lava al lado del cráter secundario de 150 m de diámetro. Y en la actual crisis de Abril-Marzo de 2023, después de años de alerta amarilla se ha declarado a alerta Naranja, lo sensato es pensar que este nivel de alerta anunciando la probabilidad de una erupción en días o semanas, no duraría tanto, así sea para retornar al estado anterior o al nivel de alerta roja que significa erupción en curso.

Por último, habrá que señalar que además de los flujos de lodo o lahares como amenaza ya conocida del Ruiz, además de las riadas gasopiroclásticas que afectarían algunos kilómetros contados en las inmediaciones del cráter, están las erupciones importantes de ceniza, por su afectación para el ganado, a las fuente de agua y a la florescencia, además de su impacto en las rutas aéreas y descargas eléctricas y lluvias pertinaces que acompañan el fenómeno; y respecto a las pequeñas emisiones continuas o frecuentes, habrá problema para la salud si no se protege la vista o las vías respiratoria o por la exposición prolongada para las personas con afectaciones cardio-pulmonares, bronquitis crónica y asma preexistente.            

Epílogo

Aunque sabemos de la imposibilidad de predecir eventos de comportamiento errático, sí se puede prever con algún acierto una erupción de importancia, tal cual lo hizo Ingeominas en el Volcán del Huila en 2007 cuando logró anticipar la ocurrencia de flujos de lodo catastróficos, pese a las naturales limitaciones que imponen la ciencia y la tecnología, y permitiendo con ello dar alerta a varios miles de habitantes indígenas de las poblaciones ribereñas de Belalcázar, Inzá y Tesalia, quienes se aseguraron en la parte alta de la montaña en la madrugada del 18 de abril, poniéndose a salvo de lahares, comparables a las avalanchas del Páez causadas por el fatídico Sismo de 1994 que había dejado unos 1100 muertos.

Contrario a lo que ocurrió en 1985 con el Ruiz, cuando los flujos de lodo por el Gualí, Río Claro, Lagunillas y Azufrado alcanzaron poblados como Armero, Mariquita y Chinchiná causando la muerte a unos 25 mil habitantes, además de causar la pérdida de ganados y propiedades arrasadas por dichas riadas que igualmente destruyeron carreteras, puentes y anegaron tierras de cultivos, hoy por fortuna las zonas de amenaza severa no están ocupadas, la gestión del riesgo se ha institucionalizado, se tiene como garantía el eficiente servicio de monitoreo volcánico, y se sabe con relativa certeza del nivel de severidad, alcance y clase de amenazas que podemos y debemos atender.

A modo de ejemplo tenemos la ocurrencia de flujos de lodo catastróficos asociados a la erupción del Volcán Nevado del Huila ocurrida la madrugada del pasado 18 de abril de 2007, sin que se hayan dado víctimas humanas mortales, como evidencia de la capacidad de una comunidad indígena sólida y organizada, gracias al fuerte tejido social que la caracteriza, y a los beneficios pedagógicos asimilados y recursos materiales provistos tras la reconstrucción física que se hizo después del desastre del Páez, ocurrido por el sismo de 1994.

Allí, se puso en evidencia que, tras los daños causados por dos avalanchas vulcanogénicas: destrucción de carreteras, puentes y decenas de hectáreas de cultivos ribereños del cañón del río Páez arrasados, aunque la crisis volcánica continuó bajo el imperativo de un enorme potencial de amenaza, gracias a la valiosa información científica del orden geofísico y vulcanológico suministrada por el INGEOMINAS, funcionando oportunamente dentro de las naturales limitaciones que imponen la ciencia y la tecnología, con el concurso de la comunidad el riesgo puede mitigarse, asumiendo un evento similar al de 1595, por el volumen de magma que podría estar involucrado, aunque el tema sería la dirección imperante del viento y con ello la zona afectada por caída de cenizas en el momento de la erupción.

La amenaza volcánica de Cerro Bravo.

La subregión Centro Sur de Caldas cuyas cabeceras, salvo la de Neira, ocupan la cuenca media del Río Chinchiná, se localiza en el entorno noroccidental del segmento volcánico más septentrional de los Andes colombianos, donde aparecen los volcanes Cerro Bravo, Nevado del Ruiz, Nevado de Santa Isabel, Nevado del Tolima y Cerro Machín. Los tres primeros, de importancia para los cinco municipios que buscan conformar un espacio de planificación y ordenamiento territorial, Chinchiná, Neira, Manizales, Palestina y Villamaría, probablemente a la luz de la nueva Ley 1625 de 2013.

Imagen 29- C. V. Ruiz-Tolima por Gustavo Wilches Ch., y V. Cerro Bravo. Fuente, SGC.

Como respuesta al valioso aporte de los científicos del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales, adscrito al Servicio Geológico colombiano desde cuando se creó el Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres, consecuencia de los sucesos que desencadenaron el desastre de Armero y Chinchiná (1985), el modelo de ocupación del territorio en esta fracción de la ecorregión cafetera debería responder ejemplarmente a los desafíos ambientales, considerando la amenaza volcánica con las acciones de prevención y mitigación que obliga una gestión integral del riesgo, en la que entren de forma ponderada los temas fundamentales del medio tropical andino.

Aunque se reconocen los esfuerzos hechos por mejorar la seguridad de Manizales y de los municipios en el área de influencia del volcán Nevado del Ruiz frente a una eventual erupción, sobre todo con la eficaz vigilancia resultado del monitoreo volcánico, definitivamente en la subregión Centro Sur no estamos preparados para un sismo superficial similar al de Popayán (1983) o el Quindío (1999) asociado al sistema de fallas de Romeral, y menos emprendido las acciones de planificación para enfrentar la amenaza volcánica de Cerro Bravo, en caso de un evento comparable al de las erupciones plinianas (con riadas gasopiroclásticas) contempladas en su mapa de amenazas volcánicas. Esto, dado que la atención en el caso de Caldas ha estado centrada en la actual coyuntura del Ruiz, y en cuidar de las áreas ribereñas del Chinchiná amenazadas por flujos de lodo, experiencia que puede capitalizarse para potenciales eventos similares provenientes del volcán Nevado de Santa Isabel, donde el río Chinchiná repetiría y entraría el río Campoalegre al nuevo escenario.

A modo de información, entre las amenazas volcánicas de Cerro Bravo se contemplan flujos de lodo solo hacia el Tolima y oriente caldense por los ríos Aguacatal afluente del Gualí, y Perrillo afluente del Guarinó; y también flujos piroclásticos que podrían llegar a vecindades del oriente de la zona urbana de Manizales donde pretendemos avanzar, dado que la columna eruptiva de dicho volcán con mayor coeficiente explosivo que el Ruiz y Santa Isabel, tiende al colapso. Para el efecto basta decir que mientras La Nubia se localiza a 20 km del volcán, los depósitos de estas nubes ardientes se observan a distancias que varían entre 6 y 18 Km medidos desde su cráter. Los investigadores le asignan a Cerro Bravo erupciones plinianas, cuyas fechas estimadas por radiocarbono con errores de entre 150 y 75 años, son los años 1720, 1330, 1050 y 750.

Imagen 30- Mapa de Amenaza por Flujos Piroclásticos de Cerro Bravo A. Núñez y M.L. Monsalve1991.

Lo anterior demanda un plan de exposición al riesgo volcánico de cara a Cerro Bravo en esta subregión frente a una amenaza previendo flujos piroclásticos, ahora que dicho volcán está en calma, además de velar por otras amenazas diferentes a la volcánica resolviendo conflictivos estructurales del uso del suelo para las subcuencas de los ríos Chinchiná, Río Claro y Guacaica, como también en las cuencas compartidas del río Tapias por el norte y de los ríos Campoalegre y San Francisco por el sur, además del reforzamiento de líneas vitales que puedan resultar comprometidas con eventos geodinámicos directos o indirectos, por ser elementos fundamentales del sistema urbano donde ya se han dado acciones ambientales importantes que deben continuar.

Para lo anterior, urge una política pública ambiental que considere la planificación anticipada, considerando las previsiones cartográficas de nuestros vulcanólogos y otras disciplinas, como de la investigación geológica, agrológica, climatológica, ambiental y del monitoreo sísmico, hidrológico y volcánico, por ser parte del acervo cultural suministrado para la toma de decisiones sobre la ocupación adecuada del territorio en pro de mejorar la calidad de vida de la población de estos cinco municipios caldenses.

Santa Isabel: un volcán complejo en alerta amarilla.

El volcán nevado de Santa Isabel, cuya última erupción datada se dio en un lapso comprendido entre 5800-4700 años según el Servicio Geológico de Colombia SGC, por estar ubicado en el segmento volcánico norte de la cordillera Central del país y en límites de Risaralda, Tolima y Caldas, pertenece al Parque Nacional Natural de Los Nevados. Al respecto, aunque no se conocen a la fecha capas de tefras asociadas a erupciones del Santa Isabel, al no considerase un volcán extinto o extinguido, debe contemplarse la amenaza volcánica.  

Este estrato volcán eclipsado por el Ruiz y del cual se separa por el Cisne, está conformado por lavas andesíticas de edades pleistocénicas e incluso del Holoceno. Por estas evidencias de actividad de épocas prehistóricas al ser considerado un volcán activo, dada la actividad sísmica últimamente reportada por el Observatorio Vulcanológico, también podría estar cerrando un período de reposo según los registros de la sismicidad dentro del edificio volcánico y una posible fuente de deformación en la superficie, como fenómenos reportados por el SGC que acaba de declarar la alerta amarilla para este volcán de complejos dómicos.

Imagen 31: Volcanes Cisne-Morro Negro y Santa Isabel. SGC

Y respecto al volcán Paramillo el Cisne-Morro Negro, el que fuera Nevado del Cisne hasta 1960 cuando los glaciares cubrieron su cumbre de 4.636 metros sobre el nivel del mar, se trata de un pequeño complejo volcánico conformado por un domo basáltico y andesítico de épocas remotas asociado al vulcanismo que ha emergido durante los últimos tres millones de años  por la Falla Palestina y que, aunque existen registros sobre actividad volcánica reciente (2017), al igual que al paramillo de Santa Rosa, se le considera un volcán inactivo que pese a la actividad sísmica de los últimos años, continúa con un comportamiento estable.

Imagen 32- Mapa de Amenazas del Santa Isabel - Detalles de los glaciares del CV y Panorámicas del VN Sant Isabel. IDEAM y SGC

Volviendo al Santa Isabel, este edificio volcánico elongado carente de una estructura volcánica con un cráter y forma cónica convencional -como el Tolima-, dotado de humedales y de frailejones, y cuya cumbre que ahora ve extinguir en su cima una de las seis masas glaciares supervivientes de Colombia, es en el fondo un complejo de extrusiones-efusiones que conforman una estructura anular de varios domos y domos-coladas, donde tres de ellos con dirección N-S coronan su cima y otro derrame lávico conformó la laguna del Otún. Como referente, mientras en la pequeña glaciación ocurrida entre 1550 y 1850 su glaciar cubrió cerca de 40 o 50 Km2, al año 2020 sólo tenía 0.4 a 0.5 km2 de hielo que podría extinguirse al 2030.

Finalmente, como amenazas estarían: un evento de tipo subpliniano, de cuya columna vertical ascendente pero moderada intensidad, habrá que contemplar el colapso parcial de la pluma eruptiva o la presencia de oleadas piroclástica emergentes o de colapso -llamadas “surges”-, o muy eventualmente la extrusión y explosión de un domo, dos fenómenos diferentes con los cuales se podrían generar lahares, así: por los ríos Campoalegre y Claro que drenan al poniente, aunque no por el Otún que también drena a dicho lado donde mediaría la Laguna del Otún, y también por el Recio y Totarito (afluente del Totare) que drenan por la vertiente del Magdalena. Sobre esta amenaza, el actual deshielo es un importante factor de atenuación del riesgo.

La amenaza volcánica del Cerro Machín.

Imagen 33: Modelo eruptivo del Cerro Machín – Fase de Reposo y Erupción Magmática. Fuente, Ingeominas.

El Machín, es un volcán activo en estado Off, con coordenadas geográficas 4º 29’N y 75º 22’W, una altitud de 2750 msnm, y una estructura que muestra un cráter de 2,4  km de diámetro y en cuyo interior han surgido dos domos de 250 m y 150  m  de altura, donde se presentan actividad fumarólica sobre los domos, y fuentes termales dentro y fuera del edificio volcánico, fenómenos que sumados a su sismicidad esporádica, dan merito a considerar una nota de la Fundación Ecológica Cosmos de 2008, donde definiera con una frase en cierto modo cierta al Machín, como la mayor amenaza volcánica de Colombia, para aludir a dicha problemática sobre la que añade que: “Estamos pues en mora de que se tomen medidas efectivas para prepararnos y prevenir un desastre. Es cierto que no hay manera de saber cuándo ocurrirá, pero sí sabemos que ocurrirá y dónde.” Ahora, el problema estaría no sólo en que no se podría señalar con exactitud lo que ocurrirá en un momento dado, tal cual se puede advertir en dicha nota, sino también en el espacio, ya que podría darse una erupción futura en el Machín que podría tener magnitud e intensidad impredecible, en un escenario del centro del país donde habita cerca de 1 millón de personas. Como referente, en este volcán que registra un flujo piroclástico Holoceno asociado a un evento de 5 Km3 de magma, la última erupción ocurrió hace 800 años, según Ingeominas.

Así y todo, el evento de trabajo para la gestión integral del riesgo relacionada con el Machín en su territorio, mismo que aquí se presenta con el alcance señalado en los mapas, debe y puede asumirse para enfrentar dicha amenaza, dado su notable potencial eruptivo sumado a otros factores inconvenientes, como el coeficiente explosivo intermedio alto de su magma para este volcán Holocénico de composición dacítica con seis erupciones en los últimos 5000 años, y evidencia de grandes eventos con columnas eruptivas de colapso, hechos que le ameritan un Índice de Explosividad Volcánica VEI = 5 que acentúa la amenaza, así no existan glaciares en su cumbre, máxime si su baja altitud de 2750 msnm se traduce en mayor energía potencial a causa de la menor altura como resistencia para el ascenso del magma. Y en cuanto al riesgo, Ingeominas hace importantes consideraciones al categorizar las áreas y alcances según los diferentes eventos volcánicos, lo que invitan a reflexionar sobre la inconveniente exclusión del riesgo asociado al Machín hecha en el Plan de Desarrollo del Quindío, con el irresponsable argumento de no afectar la actividad turística. Como referente, en el Tolima y el Ruiz, gracias a un magma andesítico menos explosivo, las plumas eruptivas son verticales sostenidas y no de colapso.

Imagen 34- Cerro Machín – ubicación, niveles de amenaza e historia eruptiva. Ingeominas.

De conformidad con el Mapa de Amenazas potenciales del Volcán Cerro Machín anexo, estas son las previsiones: primero, los flujos piroclásticos o nubes ardientes huracanadas de material volcánico incandescente, que sería la amenaza volcánica con mayor potencialidad de daño y donde las áreas amenazadas que cubren 240 km2, incluyen poblados como Cajamarca, Anaime, el Corregimiento de Coello, Toche y Tapias. Siguen por su severidad, los lahares o flujos de lodo que se desplazan por las quebradas y ríos del drenaje hasta sus valles de salida; para estos eventos que afectarían más de 1000 km2, la amenaza se extiende a lo largo del río Coello y el alcance llega hasta la planicie del Magdalena, entre Saldaña y Nariño. Tercero, está la amenaza por caída de productos piroclásticos donde se diferencian caída de piroclastos transportados por el viento y de piroclastos por proyección balística, dos fenómenos con diferente alcance, siendo mayor el del primer fenómeno, y donde la amenaza cubre un área de 2000 km2 localizados hacia el poniente, lugar donde se afectarían poblaciones tolimenses como Cajamarca, Anaime y Toche, y del Quindío desde Salento y Filandia, hasta Pijao y Buenavista, pasando por Calarcá y Armenia.

Imagen 35- Cerro Machín – Vista aérea y mapas de amenaza volcánica. Ingeominas.

Ahora, siendo el Machín un volcán de características muy explosivas y antecedentes eruptivos de gran magnitud, p.e. un evento del Holoceno de 5 km3 de volumen, probablemente el evento al que habrá que atender entre todos los posibles, exige actuar anticipadamente sobre el poblado de Cajamarca y sobre los pequeños asentamientos de su vecindad, como El Toche, con mayor intensidad, haciendo del lugar un objeto de planificación con enfoque preventivo y participativo, y por lo tanto actuando con la propia comunidad como sujeto de ella, para definir en conjunto el nivel de riesgo que se desea y puede asumir. Cosa similar debe hacerse en el Cerro Bravo, otro volcán de catastróficas erupciones pasadas y vecino a las localidades de Letras, Puerto Brasil y Delgaditas, así sus manifestaciones actuales no resulten equiparables y el probable vulcanismo futuro relacionado con una actividad postcaldérica, parezca continuar muy atenuado según se advierte de los depósitos y morfología de sus últimos eventos.

Para el efecto, en zonas de riesgo volcánico y durante los períodos de calma se deben tomar acciones de planificación anticipada para la debida ocupación del territorio, mientras en las temporadas de crisis deben propiciarse acciones previas propias de una fase de emergencia, y en ambas existen componentes educativos complementarios. Por fortuna, gracias al trabajo de los científicos del Servicio Geológico Colombiano, así existan incertidumbres espaciales sobre el alcance y tipo de erupción, el mapa de amenazas volcánicas de Machín señalando lo que resulta sensato atender y su estación de monitoreo básico para dar las alertas oportunas, ya existen; también existe un valioso y capacitado grupo humano con recursos que deben mantenerse y sobre todo mejorarse, en el Observatorio Vulcanológico de Manizales adscrito al Ingeominas.

COMPLEMENTO Parte III: La historia del Cerro Sancancio.

Imagen 36- Cerro Sancancio. William Jaramillo (2011) en es.slideshare.net

A continuación, la historia geológica e importancia de Sancancio, el cerro tutelar de Manizales, donde entran en conflicto la actividad antrópica con el actual uso del suelo y las funciones de sus laderas como áreas de protección, para soportar la propuesta de recuperarlo dada su importancia como bien común, declarándolo Área de Interés Ambiental AIA. Este precioso cerro símbolo de la ciudad y contemporáneo del Ruiz- ubicado al pie del río de Tacurumbí, hoy río Chinchiná-, es el resultado de una extrusión de magma de hace unos dos millones de años; época en la cual el territorio sobre el cual aparece la zona urbana de Manizales era un valle deprimido por el cual discurría el paleo-río Chinchiná, dado que el relieve estaba a nivel de Villamaría y de Morrogacho.

Entre tanto el complejo volcánico que se conformaba, transforma el relieve cordillerano, donde la construcción de volcanes progresaba de sur a norte, primero con potentes y sucesivos derrames de lava que en espesor acumularon cerca de un kilómetro, para luego entrando el Pleistoceno pasar a un nuevo ciclo de cataclismos con destrucciones importantes, hasta obtener su actual fisonomía: mientras las erupciones y procesos glaciares modificaban el relieve, al derretirse los enormes  hielos que en extensión superaban los mil kilómetros cuadrados, los potentes flujos de lodo que descienden de la alta cordillera por ambos costados de la cordillera, forman los grandes abanicos aluviales sobre los cuales se emplazan hoy las capitales cafeteras, Ibagué y otras poblaciones vecinas, como Santa Rosa y Mariquita.  Para entonces, nuestro cerro tutelar fue testigo del gradual levantamiento del costado occidental de la Manizales, donde la fuerza tectónica que levanta el paleo-valle del Chinchiná formando el escarpe de La Francia, también es la misma que pudo exprimir el magma del domo volcánico de Sancancio, lo que explica por qué este cerro de 2222 msnm, en altura iguala a Villa Kempis y a Chipre.

Aún más, mientras el vulcanismo avanzaba y se conforma Cerro Bravo más al norte ubicándose a 22 kilómetros de Sancancio, al presentar este volcán una actividad eruptiva de mayor coeficiente explosivo y diez kilómetros más cercana que la del Ruiz, cubre las empinadas laderas del cerro con sucesivas capas de cenizas volcánicas, materiales de cobertura sobre los cuales se desarrollan los frágiles suelos que explican el carácter aterciopelado a sus escarpada topografía, lugar donde florecerán los bosques andinos que con sus raíces densas y profundas amarraron por siglos el suelo, gracias a un equilibrio que se mantuvo hasta que la acción humana depredadora con la tala lo destruye.

Siendo esta la historia geológica del cerro tutelar de la ciudad, sólida estructura que no logró convertirse en volcán porque no explotó cuando el magma en estado semisólido y caliente se exprimió a la superficie, bajemos el telón de los procesos geodinámicos que dan cuenta de la construcción del relieve de la ciudad a partir del empuje tectónico compresivo que produce el levantamiento de los depósitos aluvio-torrenciales del abanico del Chinchiná, según se advierte en los flujos de lodo que afloran sobre los taludes de la Panamericana, La Francia y Olivares, para ver ahora de la mano del Historiador Albeiro Valencia Llano, los procesos de transformación antrópica que allí se han dado, aludiendo a los hechos fisiográficos del contexto,

Se trata de los asentamientos humanos que conocemos a partir de las crónicas de la conquista y de los relatos de la colonización: En primer lugar, a la llegada de los colonizadores hacia 1540, es Hernán Rodríguez de Sosa quien a órdenes de Jorge Robledo, entra a los dominios del cacique Tacurumbí pisando y divisando el territorio de la capital caldense, cacicazgo habitado por cerca de medio millar de indígenas Quimbayas según las crónicas de Fray Pedro Simón, y a juzgar por los yacimientos arqueológicos encontrados en Santa Inés y los relatos sobre la guaquería hecha en Sancancio. Y en segundo lugar, cuenta el citado historiador caldense, que en 1837 el señor Fermín López se establece al pie del cerro, hasta que toma la decisión de viajar hacia el sur del río Chinchiná buscando nuevas tierras para colonizar, sucediéndole en el terreno hacia 1843 Joaquín Arango Restrepo, quien le da nombre a Sancancio.

Con la colonización y sobre todo a partir de la fundación de Manizales empiezan las primeras presiones antrópicas que aún continúa sobre el majestuoso cerro, sin importar que el lugar que se mantuvo en forma durante los tres siglos que separan los tiempos del cacique y de la fundación de Manizales, pese a una época de lluvias consecuencia de un período frío del planeta ocurrido entre 1550 y 1850, durante el cual se dio una pequeña glaciación asociada a una baja actividad solar, con lo cual los nevados del complejo Ruiz-Tolima alcanzaron casi 100 kilómetros cuadrados de extensión, superficie siete veces superior a la de 1985 y diez veces mayor a la actual, dado que retroceso de los hielos que ahora se acompaña de fenómenos climáticos extremos, consecuencia de un calentamiento global asociado al efecto de invernadero causado por el uso de combustibles fósiles y la producción de metano, entre otros gases con los cuales hemos desajustado la máquina atmosférica del planeta.

Por lo tanto, para que no se repitan estas tragedias, invitamos a aprender la lección que nos ha dejado nuestro cerro tutelar con los deslaves, donde no por causas divinas, sino por acciones antrópicas como lo son el desequilibrio de la base ecológica como causa real de la tragedia, y el régimen de lluvias modificado como factor contribuyente, para que no se repita lo ocurrido sobre el sector de Aranjuez: lugar donde con la tala del cerro vecino, al perderse las laderas de protección del barrio, las torrenciales lluvias que ha traído el cambio climático, al encontrar la abrupta topografía desprovista de la espesura del bosque andino, no se retuvieron, y entonces al convertirse en escorrentías desbordadas transformadas en torrentes, logran erosionar el suelo desprovisto de raíces para producir los destructores deslaves.

Finalmente, habida cuenta de lo que significan las laderas como estructuras de protección de la ciudad, y por lo tanto lo que representa Sancancio para esta sociedad urgida de una cultura ambiental que se podrá medir en lo que veamos en el cerro tutelar, toda vez que el desastre de Aranjuez es la consecuencia de haber destruido el bosque natural, recuperemos este símbolo natural del paisaje urbano más auténtico de la ciudad, si queremos hacer de esta la ciudad un emblema de los poblados de laderas establecidos en los Andes más septentrionales de América, razón por la cual proponemos su declaratoria como Área de Interés Ambiental para Manizales, para proceder a su adquisición y recuperación con el objeto de convertirlo en un bien público.

* Gonzalo Duque-Escobar, es Profesor de la Universidad Nacional de Colombia, Miembro Correspondiente de la Academia Caldense de Historia, Socio Honorario de la SCIA y Socio de la SMP de Manizales. Web: https://sites.google.com/unal.edu.co/godues1 Artículo para la Revista Impronta de la ACH. Manizales, Febr. De 2024.

Portada: Eje Cafetero: Estructura ecológica (IDEAM) y Lineamientos estructurales entre Bogotá y el Eje Cafetero (Blogspot.jfblueplanet.com).

Fuentes Bibliográficas:

Agua y clima en la Ecorregión Cafetera de los Andes de Colombia.  Gonzalo Duque-Escobar. In: Jornada Académica “Laudato Sí: El cuidado de la casa común”. U. C.de Manizales. 26.10. 2016.

Amenaza sísmica en el Eje Cafetero. Por Gonzalo Duque-Escobar. Abril 25 de 2016. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales.

Cambio Climático en Colombia: La Amenaza. Antecedentes. Gonzalo Duque Escobar y Ricardo Álvarez León, 2022. U.N. de Colombia, y Fundación Nuevos Horizontes, Manizales.

Desafíos del Complejo Volcánico Ruiz – Tolima. Duque Escobar, Gonzalo (2013). Documento UN-SMP- para el Día del Medio Ambiente. Colrosario. Neira, Caldas. Junio 5 de 2013.

Ecorregión Cafetera: evaluación ambiental del territorioGonzalo Duque Escobar. Museo Interactivo Samoga.  In “Quehacer Cultural”. Manizales, 26 de abril de 2021.

Ecorregión y bioturismoPor: Gonzalo Duque-Escobar. Boletín Ambiental 163 del Instituto de Estudios Ambientales -IDEA- Sede Manizales. Enero 20 de 2020.

El volcán y el desastre de Armero. Gonzalo Duque-Escobar. Universidad Nacional de Colombia. Manizales, 30 de junio de 2020.

Foro Ciudadano Ambiental 2023 y POT del Río Chinchiná. Gonzalo Duque-Escobar. In: RED de Veedurías Ambientales de Caldas Corpocaldas. Manizales; 24-02-2023.

Geomecánica. Duque Escobar, Gonzalo and Escobar Potes, Carlos Enrique (2016) Universidad Nacional de Colombia – Sede Manizales. Manizales, Colombia.

Huracanes y terremotos: ¿y cómo está Colombia? Duque Escobar, Gonzalo (2017)  Documento para el Contexto de CTS – Universidad Nacional de Colombia – Sede Manizales.

La adaptación de la ciudad al trópico andino. Gonzalo Duque-Escobar; Profesor de la Universidad Nacional de Colombia. Manizales, febrero 7 de 2022.

Legalidad y sostenibilidad de la guadua en la ecorregión cafeteraDuque Escobar, Gonzalo and Moreno Orjuela, Rubén Darío and Ortiz Ortiz, Doralice (2014) Carder- Corporación Aldea Global, CARs Socias del Proyecto.

Manizales: ciudad del trópico andino emplazada entre torrentes de montaña. Por: Gonzalo Duque-Escobar y Claudia Torres-Arango; Documento del Museo Interactivo Samoga para el Contexto en CTS de la U.N. de Colombia. Manizales. Sep. 11 de 2023.

Manual de geología para ingenieros. Duque Escobar, Gonzalo (2022) Universidad Nacional de Colombia, Manizales.

Riesgo en la zona andina tropical por laderas inestables. Duque Escobar, Gonzalo. 2000-11-08. Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales.

“Riesgo sísmico: los terremotos”. Gonzalo Duque-Escobar. Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Manizales. Junio 1 de 2020.



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